lunes, 29 de junio de 2015

Certezas

No es cuestión de edad la conciencia que de uno mismo tenemos. Ese paso sin retorno hacia la consistencia que el propio conocimiento aporta. El que eleve centímetros añadiendo perspectiva, al tiempo que lanza sobre tus hombros presiones de milibares. No es cuestión de edad, ni de azar. Es sólo lo que llamamos vida: circunstancias genuinas e intransferibles, que van dejando, como un reguero, ingenuos que intentaron compartirlas. Que van dejando, como un reguero, poetas que trataron de narrarlas.
Y en ese punto dicotómico de levitación aplastante las raíces ganan importancia.

Imagino ahora un mundo enraizado. Millones de raíces bajo tierra, ajenas a las plantas que sustentan, conocedoras con cada pelo radicular, de  su  existencia, pero despreocupadas. 
Otro mundo.

Y es allí donde yo, planta intuida, soy raíces que me atan y sustentan. Y entre ellas, en ese manglar de secano, castellano como yo, una raíz ajena que me nutre y mantiene viva. 
Ajena, otra, atractiva.
Despertando mi curiosidad. Provocando que me elongue hasta la aponeurosis para enmarañarme con ella. Desplazando mi posición. Abandonando raíces estacionarias que no permiten el cambio que mi savia, ya mestiza, necesita.

1 comentario:

  1. 8 Años después, releo esta pieza y la encuentro extraordinaria; no recuerdo qué impresión me dejo entonces, pero hoy me ha impresionado.

    ResponderEliminar